10 mitos sobre la corrección de estilo que deberías dejar de creer

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La corrección de estilo es una de esas profesiones que despiertan curiosidad y, muchas veces, confusión. Aunque su importancia es indiscutible para garantizar la calidad de los textos, existen muchos mitos alrededor de este trabajo que pueden llevar a malentendidos. 

En este artículo, los invito a derribar diez de los mitos más comunes sobre la corrección de estilo, con el objetivo de aclarar qué es y qué no es esta tarea.

1. “El corrector de estilo cambia todo el texto”

Falso. El trabajo del corrector no es reescribir el texto del autor, sino pulirlo. Busca mejorar la claridad, coherencia y elegancia sin alterar la esencia ni la voz del autor. Las intervenciones son siempre sutiles y deben ser justificadas.

2. “La corrección de estilo es lo mismo que la corrección ortotipográfica”

Aunque están relacionadas, no son lo mismo. La corrección ortotipográfica se centra en errores ortográficos, de puntuación y de formato. La corrección de estilo, en cambio, trabaja sobre la redacción, el ritmo, la estructura y el tono del texto.

3. “Cualquiera que sabe escribir bien puede ser corrector de estilo”

Corregir estilo requiere más que una buena ortografía. Es necesario tener conocimientos avanzados de gramática, lingüística y semántica. Además, se necesita mucha capacidad para analizar y mejorar textos de manera crítica. Por eso, escribir bien no asegura llegar a ser un buen corrector.

4. “Los correctores imponen su propio estilo”

Un buen corrector de estilo respeta la voz del autor. Su objetivo no es que el texto se lea como si fuera suyo, sino potenciar las fortalezas del autor y eliminar los puntos que puedan dificultar la comprensión o el disfrute del lector.

5. “Sólo los libros necesitan corrección de estilo”

No. La corrección de estilo es útil en cualquier tipo de texto: artículos, informes, discursos, contenidos web, tesis y hasta publicaciones en redes sociales. Todos los textos deberían beneficiarse de una mirada experta.

6. “Los correctores eliminan palabras y frases innecesarias”

Sí, lo hacemos, pero con muchísimo cuidado. No se trata de podar indiscriminadamente, sino de simplificar y optimizar el texto. Si algo se elimina, es porque no aporta al mensaje o lo entorpece.

7. “La corrección de estilo es un lujo, no una necesidad”

Este mito puede ser peligroso. Un texto mal redactado o confuso puede arruinar la experiencia del lector, afectar la reputación del autor o incluso dificultar la comunicación del mensaje. La corrección es una inversión clave para garantizar la calidad de una obra.

8. “El corrector puede arreglar cualquier texto, por muy mal que esté”

Aunque un corrector puede mejorar un texto considerablemente, no hace milagros. Si el texto tiene problemas graves de contenido o estructura, puede ser necesario reescribirlo antes de que pase por la corrección de estilo.

9. “Con los correctores automáticos ya no se necesitan correctores humanos”

Las herramientas automáticas pueden ser útiles, pero no reemplazan el criterio humano. Un corrector de estilo detecta matices, tonos, inconsistencias y sutilezas que las máquinas no pueden identificar.

10. “La corrección de estilo es una tarea rápida”

La corrección de estilo lleva tiempo. Es un proceso que requiere leer con detenimiento, analizar cada frase, considerar el contexto y tomar decisiones cuidadosamente. La prisa nunca es buena aliada en este trabajo.

En definitiva, la corrección de estilo es una labor fundamental para garantizar que un texto cumpla su propósito y conecte con sus lectores. Al desmitificar estas ideas erróneas, espero que se valore más este oficio al que me dedico hace tantos años y que tanto quiero.

Recuerden: un texto bien trabajado no solo comunica, sino que deja una huella.


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