A veces creemos que escribir es solo inspiración, talento o magia.
Escribir puede tener algo de todo eso, pero también tiene sombras, rutinas, dudas, silencios, inseguridades… y belleza, mucha belleza, incluso en lo invisible.
Estas son algunas verdades que fui descubriendo en el camino y que nadie me había contado antes. Si escribes, seguro que alguna de ellas también es tuya. O quizás tienes otras nuevas para agregar.
1. No siempre vas a tener ganas de escribir.
Y eso no significa que no seas escritor. A veces hay cansancio, ruido, miedo o vacío. Todo eso también forma parte del proceso.
2. La mayoría de las veces, escribir es reescribir.
La primera versión es solo el principio. La escritura real ocurre en la revisión, que es cuando las ideas se suelen expresar mejor.
3. Vas a dudar de todo lo que escribes (y de ti también).
Las dudas no se vencen: se camina con ellas. Para mí escribir es mantener incluso la certeza de que lo que hago, como yo misma, no es perfecto.
4. No existe el tiempo ideal para sentarse a escribir.
Se escribe como se puede: en el medio del caos, del cansancio, de la vida. Esperar a que todo esté en orden es, la mayoría de las veces, no escribir nunca.
5. Vas a compararte.
Con los que escriben más, mejor, más rápido… Pero esa comparación no te ayuda. Tu voz es única y necesita tiempo para florecer y expresar todo su potencial. Confía y no te detengas.
6. A veces escribir duele.
Porque te enfrenta contigo mismo, porque te expone, porque te transforma. Pero muchas veces, como a mí me ha pasado, te cura.
7. No todo lo que escribes tiene que publicarse.
Eso también está bien. Hay textos que solo son para ti, para entender, para recordar, para sanar.
8. Vas a necesitar validación (aunque no lo admitas).
Un comentario, una lectura, un “me gustó”. Todos necesitamos sentir que alguien más recibe lo que escribimos.
9. El bloqueo no siempre es la ausencia de ideas.
A veces es miedo, cansancio, exigencia o una voz interna que no te deja en paz. Ser amable contigo también es parte del oficio.
10. Vas a sentir que no sabes nada.
Que todo lo que escribiste es ingenuo o torpe, y puede que lo sea, pero ese sentimiento es parte de tu crecimiento.
11. No se escribe solo con la cabeza.
Se escribe con el cuerpo, con la memoria, con la fe, con las heridas. Las palabras también vienen de lugares que no siempre entendemos.
12. Vas a abandonar textos.
Algunos volverán, otros no. Esto también es parte del proceso. No todo lo que empezamos necesita llegar a destino.
13. Escribir puede ser una forma de oración.
Una forma de estar contigo, con el mundo y con Dios. Una manera de decir gracias, de pedir ayuda o de buscar sentido.
14. No siempre vas a entender el sentido completo de lo que estás haciendo.
Pero no te preocupes, porque muchas veces, otro lo verá, lo necesitará y lo agradecerá. Tus palabras pueden ser luz en caminos que no verás nunca.
15. Escribir también es un acto de valentía.
Aunque nadie lo vea. Aunque nunca lo publiques. Aunque te tiemble la mano. Seguir escribiendo es un verdadero acto de fe.
Escribir es un modo de habitar el mundo, de tender un puente hacia otros y hacia nosotros mismos. Si, como yo, elegiste este oficio para tu vida, espero que estas palabras te acompañen cuando lo necesites.
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