Habíamos ganado la guerra

Ante la indecisión de elegir un libro, me impuse un juego: me paré frente a la biblioteca, cerré los ojos unos segundos y, al abrirlos, el libro en el que cayera mi mirada sería mi próxima lectura. Solo haría un nuevo intento si el libro en suerte fue escrito por un hombre, porque, así, podríaSigue leyendo «Habíamos ganado la guerra»