Autores desorientados

Por lo general, los escritores tienen claro dónde quieren llegar. El deseo de publicar lo que escriben es uno de sus impulsos más importantes y, para muchos, la meta más anhelada. Pero entre la etapa de escritura y creación inicial de una obra y el momento en que esta llega a manos de los lectores como libro terminado, corre mucha agua debajo del puente.

Independientemente si el escritor está más o menos preparado para encarar un proceso editorial, la información es fundamental para poner fin a la desorientación con la que tantas veces se vive ese proceso. Además, la información es fundamental a la hora de tomar decisiones. Si no la tienen, ¿cómo pueden decidir el futuro de su obra y el suyo propio?

Por otra parte, el involucramiento es otro aspecto clave.

No todos los autores están preparados para involucrarse en el proceso editorial. Algunos ni siquiera están interesados en hacerlo y otros dan lo que sea por ser parte. En cualquier caso, esto implica estar frente a por lo menos dos hipótesis: los autores que se involucran y los que no. De la vereda en la que decida pararse el autor dependerá, en gran medida, cómo se le den las cosas.

En el caso del autor que no se involucra, necesitará tener a alguien, de absoluta confianza, que lo oriente y lo cobije. Podrá ser un editor o un agente del escritor.

El editor, entre otras cosas, tiene la función de informar de manera transparente y cierta a sus autores sobre los procesos y las posibilidades editoriales que se encararán, pero esto no siempre sucede. Hay editoriales que ni siquiera tienen editores al frente, sino que cuentan con personas que hacen las veces de, pero sin formación y sin experiencia. Esta es una realidad bastante más habitual de lo deseable y en estos casos el editor no tiene el perfil para ofrecer información que él mismo no conoce.

Pero, por suerte, también están los editores que saben, que conocen los procesos, que tienen formación y experiencia en el relacionamiento con los autores. En estos casos, los escritores caerían en manos privilegiadas si, además, se trata de un editor con criterio y honesto como para poner todas las cartas sobre la mesa y mostrar al escritor, con total transparencia, la realidad que enfrenta.

Por otro lado, el agente literario es quien representa al escritor y puede tener con él acuerdos de diversa índole. Desde representarlo y encargarse solo de vender los derechos de su obra a representarlo de manera más amplia y encargarse, entre otras funciones, del relacionamiento del autor con la editorial, del manejo de la imagen del escritor, de la prensa y del seguimiento de los procesos de publicación de su obra. En el medio de estos dos modelos puede haber diversos matices en los acuerdos.

Es esperable que el agente sea un conocedor del universo del libro en general, de las tendencias del mercado, de los procesos editoriales y de las relaciones humanas. Además de tener formación y experiencia que garanticen su valor, claro está.

En la vereda de enfrente tenemos al autor que se involucra, que está deseoso de ser parte del proceso editorial e, incluso sin tener un conocimiento cabal, está dispuesto a aprender. Este autor tiene a su favor la inquietud que lo mueve y lo impulsa a buscar la información que necesita, a investigar sobre las posibilidades, a leer artículos especializados… y todo esto será esencial para la toma de decisiones. La personalidad inquieta del autor que se involucra, su afán de aprendizaje y su apertura lo llevarán por buen camino, pero no solo a él, sino también a editores y agentes, que contarán con un colaborador activo.

Me ha pasado de tener que trabajar con autores que no quieren presentarse en público, que solo están dispuestos a ir a una presentación, que no quieren saber nada con la exposición, sea personal o en los medios de prensa. ¿Cómo se puede trabajar la obra o la carrera de un autor en estas condiciones? Los editores y los agentes la tenemos muy difícil en estos casos y, lo peor, es que esto no solo les complicará la vida a los editores, sino, seguro, al propio autor, si realmente está interesado en que su obra se conozca y en trascender como tal.

Pero esta nota se titula Autores desorientados y su objetivo es brindar algunas ideas generales que puedan servir a los autores que se encuentran en esa situación. Volvamos a ello.

Hay caminos que los autores pueden abordar para salir de la desorientación y encauzar su carrera. Muchas veces lo que les hace falta es tener la información adecuada para saber cómo lograrlo y para decidir en consonancia con sus deseos e intereses. Por eso, se torna tan necesario que se centren en conseguirla, sea por medio de editores o agentes o por su propia investigación.

Seguiré compartiendo notas vinculadas a este tema, pero, para terminar, me gustaría dejar una puerta abierta a quienes quieran abordar aspectos más específicos. Si es tu caso, puedes entrar por esa puerta y plantearme inquietudes, sobre las que luego podré escribir para compartir reflexiones contigo y con los demás lectores interesados.


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