Luis Landero es un escritor y filólogo español nacido en 1948.
En 1989 publicó su primera novela, Juegos de la edad tardía, pero yo decidí comenzar por Lluvia fina, publicada por Tusquets en 2019, una historia de familia, de clan, de odios y fidelidades propias de quienes parten de una misma raíz.
A partir de un detonante —la propuesta de festejar el cumpleaños número 80 de la madre, que hace Gabriel a sus hermanas—, se abre una cadena de sucesos que provocan el despertar de los monstruos dormidos.
Hay veces que la reconciliación con otro es posible, pero otras es una utopía. Incluso la reconciliación con uno mismo puede ser tortuosa y angustiante. Esto no es nuevo para los personajes de esta ficción que son tan, pero tan realistas, que me confundía con ellos mientras leía.
Los secretos muy bien guardados, las palabas que oprimen porque no fueron dichas, el rencor que taladra la cabeza, la culpa que no deja vivir, eso que se reprime y lo que se decide mostrar, las perversiones al borde del delito, la reconstrucción de uno mismo, lo que aleja de la inocencia y acerca a una vida ladina que se vive desde el resentimiento…
Todo eso tan ajustado a lo familiar, a lo humano, es narrado con maestría, en un lenguaje que no solo te atrapa, sino que te hace parte. Landero logra que termines identificándote tanto con los personajes y con lo que viven, que cuando terminas la novela y la cierras, no sabes si se trata de una historia ajena o propia.
Y ahora ya no puedo parar de leer a Landero. Estoy con El huerto de Emerson (Tusquets, 2021), un libro en el que el autor también activa ese universo intenso y personal, y te arrastra a un mundo que desconoces por completo, pero que, al mismo tiempo, ya has vivido. Esa es la mezcla mágica que logra: no lo conozco, pero, a su vez, sé perfectamente qué es. Esa es la mezcla Landero que palpita tan profundo.
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